Un lobo sin manada

Una de las principales obsesiones de la escritura tiene que ver con lo que llamaríamos “verdad emocional”. Una especie de verdad no biogràfica, pero sentida. De tal manera que cuando un autor descarga su sentimiento sobre la página blanca, está llena de verdades (las suyas, evidentemente). Y es por eso que este tipo de realidad, escrita desde dentro, es tan difícil de encontrar como efectiva en su forma. Grandes equilibristas del lenguaje se topan una y otra vez con la carencia del poso vivido, del narrar sin interés. Porque, bien mirado, ni la técnica más depurada puede superar a ...
