Cuentos Irracionales
Un día, tampoco hace tanto, conduciendo el coche por la autopista, en nada me sorprendió un ligero atasco. Algunos coches que por delante de mí iban, de súbito, los unos se mudaron al carril derecho y los otros lo hicieron al izquierdo y de frente, dos perros. El uno tendido en el suelo, el otro de pie, con la cabeza desafiante, defendiendo –pronto lo comprendí para raudo frenar- al compañero herido de ser atropellado. Desafiaba con su cabeza para desviar la circulación al tiempo que con sus ojos pedía perdón a cuantos nos interrumpía el paso. Así al menos lo traduje yo Me...