La llama y la flor (Birmingham 1)

La presente selección de relatos nace como un punto de encuentro destinado a hacer disfrutar a todo tipo de lectores, de distintas procedencias y diversidad de gustos literarios, pero unidos por un elemento común: la pasión por los cuentos de miedo. Estos 17 relatos de vampiros, muertos vivientes, fantasmas, visitas demoníacas y monstruos que acechan en las almohadas nos hacen temblar de miedo y, al mismo tiempo, nos atrapan e impiden abandonar la lectura.

Este cuento fue creado para explicar a los niños qué es este coronavirus que nos ha cerrado en la casa durante todo este tiempo con un tono tranquilizador para una resolución positiva de la pandemia a través de una historia simple para niños. La narración tiene lugar en una casa poco común con niños que toman el asunto en sus propias manos para encontrar una solución simple y efectiva para el bien de todos, que los adultos no solo no ven.

Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann (1766-1822), quien en homenaje a Mozart cambió su tercer nombre por el de Amadeus, fue un extraordinario narrador de lo fantástico, de lo inquietante y de lo diabólico. En su obra se confunden sueño y realidad, dentro de la corriente romántica que había abandonado el principio de imitación de la naturaleza y había recuperado la facultad creadora y autónoma de la fantasía. Pero, además, Hoffmann poseía un talento artístico polifacético. Fue un excelente dibujante, compositor y director de orquesta y, sin duda alguna, sus creaciones musicales...

Sobre el libro Este texto muestra cómo el latino, cuando busca identidad, queda cautivo de una imagen a la que actúa, porque esa imagen lo deslumbra. Esa misma imagen no está sin embargo al servicio de la persona a la que fascina. Está por lo general al servicio de un poder, sea económico o social, lo que ocurría también durante el barroco colonial. Actuando la imagen, dándole vida, así sea falsa, idolatrando y queriendo ser idolatrado, el latino cree tener poder y al mismo tiempo queda a su disposición, casi como títere o como ventrílocuo: se ha convertido porque ha muerto como...