Mil novecientos ochenta y cuatro

Pueden contarse con los dedos de la mano los escritores que han logrado que su apellido se use como adjetivo en la vida diaria. Contemplamos escenas dantescas, quedamos envueltos en situaciones kafkianas, asistimos a gestas de resonancias homéricas, nos sobresaltan reminiscencias proustianas y, durante varias décadas, fue moneda corriente para millones de personas vivir, o temer acabar viviendo, en una sociedad orwelliana.Aunque George Orwell empezó a ganarse este derecho desde los inicios de su carrera como periodista y activista, enfrentado al Imperio británico, la injusticia social y...